—Tenemos mucho dinero invertido en su país y no quisiéramos perderlo. Queremos saber si nos conviene seguir trabajando e invirtiendo dinero aquí o si sería más prudente marcharnos. ¿Es verdad que dentro de poco habrá nuevas elecciones? Llegué a Madrid el mes pasado y los periódicos estaban llenos de las fotos del nuevo gobierno. Ahora he leído que se anuncia una crisis y que el gobierno va a cambiar. Mire lo que ha conseguido Alemania en la mitad de tiempo. Mire las carreteras, la multiplicación de la industria, los millones de nuevos puestos de trabajo. Y no es cuestión de la diferencia de razas, como piensan algunas personas, de arios eficientes y latinos perezosos. Mire en qué se ha convertido Italia en diez años. ¿Ha visto las carreteras, las estaciones nuevas de ferrocarril, la fuerza de su ejército? Tampoco tengo prejuicios ideológicos, querida Judith, es una cuestión simplemente práctica. Me admiran igual los avances formidables de los planes quinquenales soviéticos. He visto las fábricas con mis propios ojos, los altos hornos, las granjas colectivas labradas con tractores. Hace diez, quince años, el campo era más miserable y más atrasado en Rusia que en España. Hace tan sólo dos años Alemania era un país humillado. Ahora vuelve a ser la primera potencia de Europa. A pesar de las sanciones terribles e injustas que le impusieron los aliados, especialmente los franceses, que no serían tan resentidos si además no fueran incompetentes y corruptos…
—¿Da igual el precio que se pague?
—¿Y no pagan también un precio espantoso las democracias? Millones de hombres sin trabajo en mi país [Estados Unidos], en Inglaterra, en Francia. La podredumbre de la República. Niños con las barrigas hinchadas y los ojos llenos de moscas aquí mismo, en los suburbios de Madrid. Hasta nuestro presidente ha tenido que imitar las obras públicas gigantes de Alemania e Italia, la planificación del gobierno soviético.
“La noche de los tiempos” de Antonio Muñoz Molina
En esta gran novela, Antonio Muñoz Molina utiliza una historia romántica para darnos su perspectiva de la España republicana. Esta conversación ocurre en una fecha cercana al precipicio de la Guerra Civil Española. Los españoles somos de naturaleza impaciente y excesivamente críticos con nosotros mismos. Solamente una vez, ante del gobierno democrático actual, dimos una oportunidad a un nuevo régimen para que cambiara el país y lo mejorara. Estuvimos a punto de lograrlo en 1820, implantando la Constitución de 1812, la más revolucionaria de nuestra historia, La Pepa. Pero en esta ocasión nos tocó un traidor como rey, Fernando VII El Criminal. Conspiró con los países europeos, que se pusieron de acuerdo para ayudarlo y restituir su poder absoluto. Enviaron un ejército de 130, 000 hombres—los Hijos de San Luis—a segar el embrión de esperanza de una España nueva.