La historia, tanto contemporánea como antigua, es la base de las páginas de este libro, páginas que son un cántico a esta ciudad portuaria de Andalucía. Emblemático de esto es La amapola. Por un lado, nos regala una historia de fantasmas, y por otro, una singular historia de amor. Además es una lección o un recordatorio del papel que la Inquisición Española jugó en Cádiz en la persecución de los conversos, como se les llama a los judíos que se convirtieron al catolicismo para evitar la expulsión en 1492. Los fragmentos vivos que aquí se presenta de la borrascosa historia de la Iglesia son tan convincentes como el hilo narrativo. narrativo central.
En otro ejemplo, El hombre de la túnica azul, nos presenta a un ‘Plinio’, viajero del tiempo que se refiere a Cádiz por su nombre romano, Gades, y describe su antiguo esplendor a tal grado que prende la imaginación de ‘Pepe’, gaditano contemporáneo con quien ha simpatizado: «El bullicio del antiguo foro cobró vida por un instante: hombres llevando togas lisas o de rayas; esclavos con cortas túnicas asistiendo a sus señores; mujeres con largos vestidos y velos, las casadas con las estolas y las solteras sin ellas, acompañadas de sus sirvientes portando parasoles para protegerlas de las inclemencias del sofocante sol… » El tercer ejemplo, El anillo de rubí, nos hace pensar que Villalba–que también es oriundo de Cádiz–puede tener una fuente primaria. Este cuento es la historia de un anillo que pasó de tío a sobrino. Pero también es una parábola acerca de los vínculos familiares profundos, y cómo esas relaciones pueden desarrollarse, desvanecerse, o incluso deshilacharse con el paso del tiempo. Aunque las comparaciones pueden ser un arma de doble filo, no podía dejar de pensar en Cuentos de la Alhambra cuando navegaba por estos Cuentos de Cádiz. Ambos hacen uso de la historia para resaltar sus relatos, pero ninguno debe ser leído como si fuera historia. Al igual que Irving, Villalba narra los cuentos a la vieja usanza. Uso el término ‘vieja usanza’ en el buen sentido: una escritura que disfruta y se deleita pintando cuadros con las palabras, que atrae la atención del lector, contagiándolo con la habilidad narrativa. La dedicación a su oficio y el cuidado que ha puesto el autor son evidentes. Francisco Aragón Institute for Latino Studies University of Notre Dame |
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«La Tacita de Plata» es una colección de catorce cuentos que tienen lugar en Cádiz, España, la ciudad más antigua del hemisferio occidental. Villalba– gaditano de nacimiento–transporta al lector a las calles estrechas, pequeñas plazas y paseos marítimos en esta ciudad portuaria, donde «los sueños ancestrales habitan debajo de los gigantescos dragos, y el eco de la historia se eleva a la superficie con cada pisada en su casco antiguo. » La historia contemporánea y moderna sirve de base para estos relatos.
Uno de ellos, «La amapola», nos lleva a los tiempos de la Inquisición Española: Un joven vive obsesionado con el fantasma de una mujer que ha visto en su nuevo apartamento. Inicia una búsqueda intensa de la identidad de su huésped invisible. El resto de los relatos es una caja de sorpresas. Uno evoca la época musulmana cuando un joven cristiano se enamora de la hija del visir. Otro transporta al lector a principios del siglo XIX, cuando Cádiz, que había tenido un papel vital en el descubrimiento de América, se convirtió en el centro más importante de comercio entre el viejo y el nuevo continente. Fue en esta pequeña ciudad donde nació el general Meade, el hombre que salvó a la Unión. En este cuento se entremezcla paisajes de su ciudad natal con escenas heroicas de la batalla de Gettysburg. Este libro fue escrito como un “piropo” a mi ciudad natal. Su nombre, “La tacita de plata”, es el apodo de Cádiz en el mundo hispano. Su belleza y alegría deslumbran a sus visitantes. Los hechos en el libro ocurren en nuestra sociedad contemporánea, pero siempre regresan y revisan su pasado glorioso, reviviendo la historia antigua que continúa inspirándonos cada día. Uno de mis lectores en los Estados Unidos viajó a Cádiz y se hospedó en un pequeño hotel en el viejo centro de la ciudad. Ella se enamoró de la ciudad. Explicó cómo cada calle estrecha, plaza acogedora y paseo marítimo la hacían revivir los cuentos de mi libro. |